miércoles, 3 de octubre de 2007

Una página en el diario de un ciclista

Por: Andrés Kroepfly

Al momento de montar la bicicleta comienza de inmediato la transformación. Apenas emprendo el camino y ya siento cómo me hago más ligero. Son las siete de la tarde. Me dirijo al ITESO para dar clase de 8 a 10. Es una tarde maravillosa; en el océano azul del cielo surcan navíos de algodón; el viento fresco acaricia mi rostro. Así comienza el viaje.

Tomo avenida México y cruzo las vías de Inglaterra sin bajar de la bici. Ahora subo ese enigmático y largo puente que se tiende sobre el nodo de Los Cubos. Debajo hay una serpiente de automóviles aglomerados. Me detengo a la mitad del puente y observo por un momento: la cola es larguísima y no se ve movimiento. “Ahí estaría yo ahora”, me digo a mí mismo y me complace retomar el rumbo sin obstáculo alguno.

Al tomar la avenida del Canal, pienso que la gente de esta ciudad ha sido víctima de la falsa idea de modernidad. Pareciera ser que los tapatíos de antaño quisieron enterrar en el pasado esa imagen de pueblo bicicletero, y en su intento por hacer de esta una ciudad <> le apostaron al culto por el Automóvil. Y es justamente el resultado de esta forma de idolización la que ahora amenaza con robarle al ciudadano su espacio.

Espero en el semáforo del Canal y Av. Tepeyac. A unas cuadras de aquí las grandes avenidas están atascadas. Me siento contento de haber optado hace más de tres años por desplazarme mediante el uso de mi bicicleta. Ahora sólo utilizo el automóvil dos veces por semana; el tiempo restante, la forma de movilidad que he elegido se traduce en paseo, ejercicio, ahorro de espacio en las calles (pensando en los automovilistas), ahorro de gasolina y contribución a la no emanación de contaminantes a nuestro ya bastante contaminado entorno.

Cruzo Ciudad del Sol y recuerdo que la gente me pregunta sorprendida “¿No te da miedo de que te pueda atropellar un auto?” Mi respuesta es siempre la misma: “No pienses como automovilista. No creas que tomo las rutas por las que me vendría en automóvil. El ciclista tiene otras posibilidades. Yo elijo las calles aledañas, las que no tienen tráfico, cruzo por parques y aprovecho las anchas banquetas. Como ciclista, hay muchas rutas alternas que resultan seguras”.

Ahora tomo el sendero que corre por el centro de los parques gemelos de La Estancia. Es muy agradable transitar en mi avión terrestre (así he designado a mi bicicleta, ya que navegar en ella es como volar sobre la tierra); me complazco bajo el túnel de árboles que se abre a mi paso. De vez en cuando me siento un rato en alguna banca para admirar el jardín y escuchar el canto de las aves.

He llegado al cruce con López Mateos, tomo Sierra Mazamitla y comienza la subida. Qué rico se siente el ejercicio, mi cuerpo ya está encendido y responde muy bien al esfuerzo, los pulmones se llenan de oxígeno y siento cómo acrecienta el torrente de sangre. No cabe duda de que a mi cuerpo le gusta despertar de su letargo.

Ahora sigue la bajada. Ajusto el casco y tomo el volante con fuerza. Llego a toda velocidad a entroncar con el Camino al ITESO y después subo el puente para cruzar la última frontera. Me detengo por un momento a observar cómo las nubes se tiñen de rojo con la luz del atardecer. Ha sido un buen trayecto: 11 kilómetros recorridos en tan sólo 37 minutos; en automóvil mi tiempo es de 28 minutos. Pero yo sé que no es el tiempo sino la experiencia vivida.

Al cruzar la puerta de acceso veo salir al profesor Crespo en su bicicleta. Lo veo como siempre, muy elegante, con su barba blanca y lentes bajo ese caso negro, y la placa detrás del asiento que dice “Un coche menos”. Pues conmigo ya somos dos. Y creo que cada vez se suman más personas a EXIGIR un espacio digno en esta ciudad para el uso de la bicicleta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hice un experimento para ver la viabilidad de venirme de TABACHINES hasta el ITESO en bicicleta.

1 hora 20 minutos. Nada mal...considerando que el viaje redondo es de 2 horas 40. Y que si me vengo por todo el periférico a 100 por hora me hago de 25 a 30 minutos.


Pero con eso de que el tiempo es oro...

:S