Pese a los posibles resultados, -esperando que los mostrados hasta hoy no llegasen a ser los definitivos-, el tema de la ubicación y las estrategias para abordar la Villa Panamericana son de real trascendencia en la vida urbana de la zona metropolitana de Guadalajara.
Es la “oportunidad” perfecta para salvar una ciudad o bien dar pauta a un futuro de rotundo fracaso en estrategias de rehabilitación de la zona centro; entendido que el centro funge, como una articulación primaria entre los tres municipios que circundan al municipio tapatío. Por lo tanto las soluciones planteadas tienen que ir en correspondencia directa a la preservación de la identidad de una Guadalajara extensa y contrastante.
Ubicar la Villa Panamericana en la zona centro es una apuesta aplaudida por muchos, pero si vamos más a fondo, podríamos entender todo lo que una intervención de esta magnitud implica. No se trata de embellecer una zona en deterioro creando una especie de necrofilia urbana, -véase el ejemplo de las nueve esquinas- ni resolver fetiches cosmopolitas, producto de una mercadotecnia pelele. Con seguridad podríamos decir que nuestros planificadores urbanos lo comprenden, pero no cumplen con explicarnos los riesgos; ése es el verdadero reto a cumplir.
No sólo está en juego la imagen y la reputación de nuestra ciudad, sino la habilidad, y credibilidad de nuestro aparato gubernamental; hoy deben hacer mejor que nunca un sobresaliente esfuerzo para aprovechar magníficas coyunturas como estas. El cambio no sólo se resume en unos edificios, si no en una nueva forma de comprender la verdadera problemática de la ciudad, y plantear un proyecto capaz de salvar no sólo una pequeña zona, sino insertar en el tejido urbano una real estrategia de permuta.
Pero hasta hoy, -tras estos poderosos brotes de mal entendida prosperidad- sólo podemos ver que la supuesta y novedosa habilidad de negociación de nuevo es rebasada por intereses políticos, personales, económicos, que no benefician a nuestra ciudad ni a quienes la sufrimos desde todos sus frentes. Transporte, seguridad, corrupción, vivienda.
Es hora de actuar y exigir claridad, detener la inutilidad de los políticos en cuyas manos están las decisiones. De no hacerlo así, no nos quedará más que fingir que vivimos en el mundo feliz, que nuestras viviendas son dignas, que nuestras calles no se inundan, que nuestro transporte es eficiente, que nuestras autoridades no son corruptas, que Guadalajara es la mejor opción.
Por nuestra parte no estamos dispuestos a mostrar esta cara falsa de auge cosmopolita, cuando no se realicen los cambios que en verdad hagan a Guadalajara una sede digna de unos Juegos Panamericanos.
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